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➝ Por andar predicando en donde nadie lo había llamado al obispo Dionisio lo decapitaron en el año 250 d.C. Pero ni así lograron que parara su perorata. Sermonero de sermoneros, Dionisio levantó su cabeza del suelo y con ella en la manos caminó las seis millas que le faltaban para coronar el cerro. No se calló en todo el camino. Cuando llegó a la cima depositó su cabeza en el suelo. Años más tarde, en ese preciso lugar, el punto más alto de la ciudad que más tarde se llamaría París, se levantó una capilla en su nombre y allí se enterraron los sucesivos reyes de Francia. [Juguete: Saint Dionyisus, Bala Studio]

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➝ El prefecto romano Quintiano estaba perdidamente enamorado de Agatha. Pero Agatha no le correspondía. En represalia Quintiano, que era poderoso, orgulloso y sádico, la obligó a renegar de su culto a Jesucristo. La mujer, estóica, se negó. Entonces Quintiano le cortó las tetas. Pero San Pedro se le apareció y se las volvió a poner en su lugar. Delirando de furia Quintiano la condenó a morir revolcándose en carbones ardientes. Para su desgracia Agatha murió en prisión (251 d.c.) y fue recordada por los siglos de siglos. Especialmente por los pasteleros y los fundidores de campanas, quienes en un despliegue fenomenal de humor negro, la invistieron como su patrona. [Juguete: Saint Agatha, Bala Studio]

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➝ El que a hierro mata a hierro termina. La muerte escabrosa de San Pedro de Verona ha sido profusamente ilustrada y lamentada por el catolicismo, no así el de tantos que este Inquisidor General del norte de Italia (1251) habrá perseguido, torturado y hecho arder en la hoguera. Ya se recortaban en el horizonte las cúpulas de Milán cuando un tal Carino de Bálsamo, el Pedro Navaja de Lombardía, le salió al paso al piadoso padrecito y lo convirtió en el santo-alcancía. [Juguete: Saint Peter of Verona, Bala Studio]
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Viviendo en la ciudad del Cristo al que no le para de crecer el pelo creíamos haberlo visto todo en extravagancia celestial. Pero la verdad es que el santoral católico es un barril sin fondo. Esta religión arrogante que se las tira de monoteísta y considera primitiva la santería, las cosmogonías aborígenes, el hinduismo y sus millones de deidades, no es un ápice menos estrambótica. Cosa que a nosotros nos parece estupenda.

Gracias al impecable ejercicio de reinterpretación de la imaginería popular católica que hicieron los mexicanos de Bala Studio con su colección de juguetes conocimos un puñado de santos completamente fenomenales de los que no teníamos noticia. He aquí a San Dioniso, Santa Agatha y San Pedro de Verona, cada uno más virtuoso y milagroso que su colega. En el website de Bala (bajo la sección «toys») encuentran la colección entera, que se completa con San Esteban el protomartir, San Sebastian el santo-puercoespín, Santa Apolonia la desdentada y, ni más faltaba, un Cristo. Ah, y una santa pagana hecha en casa.